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En La política cuestionada. Hans Georg Gadamer y el arte de la pregunta, el lector encontrará una reflexión que pretende desafiar los límites entre filosofía y política. -Es útil pensar filosóficamente la política o solo hay practicarla hasta que lleve por buen camino? -Por qué grandes filósofos como Platón y Heidegger se equivocaron tanto en el campo político? -La filosofía es incompetente para la praxis pública?
Siguiendo las huellas de la hermenéutica de Gadamer, el autor propone considerar que la competencia política de la filosofía consiste, más que en dar respuestas, en formular buenas preguntas que pongan en cuestión la política. -Es posible que, más que una ciencia de la gestión del poder o una militancia de convicciones, la política se apoye en un arte de preguntar? -Hasta qué punto la capacidad de hacer buenas preguntas políticas está influida por la historia de pertenencia y las autoridades que gobiernan? -La experiencia estética tiene poder para cuestionar la praxis pública? -El arte de la conversación construye el sentido común y la convivencia? -Qué aporta esta perspectiva a las ideas que hoy tenemos sobre gobierno, liderazgo y participación ciudadana?
Con una mirada crítica, este libro explora la relevancia de la hermenéutica en la esfera pública, no como una herramienta para imponer certezas, sino para preguntar y poner en cuestión la política. -Estamos preparados para escuchar a otros que opinan diferente? -En las luchas de poder conviene reconocer que quizás no tenemos la razón? Cada página es una invitación a repensar los límites entre política y filosofía a partir de un arte para las conversaciones infinitas.
Francisco Díez Fischer es investigador del Conicet. Docente titular de Antropología Filosófica y Filosofía de Lenguaje en Universidades argentinas y docente invitado en instituciones extranjeras. Como argentino ha cosechado constantes desilusiones políticas y ha tenido que cambiar muchas veces de partido para ser fiel a sus ideas. Sin más convicción que el sentido común y la palabra, considera que el arte de preguntar y la posibilidad de que el otro pueda tener razón son una buena base política de la filosofía.